miércoles, 29 de julio de 2009

LA HORA DE LA VERDAD

Por Edith Papp

El “embargo de la verdad” impuesto por Estados Unidos sobre el explosivo contenido de los archivos militares secretos referentes a los contactos con inteligencias extraterrestres puede ser levantada antes del fin del ano 2009 – afirmó Steven Bassett, director del Paradigm Research Group (PRG) en la Cumbre Europea de Exopolitica que concluyó en Barcelona hace apenas unas horas.

Bassett, un lobbista político de amplia experiencia, explicó que la administración Obama, que prometió un gobierno “abierto y transparente” no puede mantener el secretismo de más de medio siglo en torno a los referidos si no quiere parecer cómplice de lo que muchos califican ya como “la operación de ocultamiento más exitosa del último medio siglo.”

Gracias a múltiples testimonios, recogidos en primer lugar por el llamado Disclosure Project (proyecto Revelación) dirigido por el Dr Steven Greer, en la actualidad ya se sabe que desde 1947 - año del famoso incidente de Roswell, Nuevo México, donde se precipitó a tierra un ovni con dos alienígenas dentro - Estados Unidos oculta tras un rótulo de “Cosmic Top Secret” todo lo relacionado con los contactos con extraterrestres, y la violación de este secreto, (mejor dicho la intención de revelarlo) ha costado la vida incluso a un director de la CIA, Bill Colby, cuyo cadáver fue encontrado flotando sobre el rio Potomac ... supuestamente debido a un “accidente”, unos dias después de manifestar su disposición de apoyar los esfuerzos del grupo de Greer.

Curiosamente, según se aclaró en la conferencia, los documentos calificados de “Cosmic Top Secret” no son accesibles ni siquiera para los presidentes de Estados Unidos, lo cual hace suponer oscuras tramas tras el secretismo, que fue declarado como politica oficial en 1953, cuando la llamada Comisión Robertson de la Agencia Central de Inteligencia declaró que “toda información revelada sobre el contacto con civilizaciones extraterrestres será neutralizada y ridiculizada.“ (sic) envolviendo la realidad de los avistamientos de objetos voladores no identificados (ovnis) en una densa bruma, entre el secretismo de las autoridades y la política consciente de trivialización de todo lo que se refiere al tema.

Así fue que durante década nos entretuvimos hablando de los “hombrecitos verdes” leyendo cómics que nos amenazaban con invasiones alienígenas, y viendo las películas más taquilleras de Hollywood, de pura ciencia ficción (al menos así lo pensábamos) pero ahora la realidad ha dado un vuelco que deja sin aliento a cualquiera.

Los testigos del Disclosure Project – y los que se sumaron a ellos en la cumbre europea de Barcelona – revelaron que Washington desde hace más de treinta años tiene contactos sistemáticos con entidades extraterrestres (esos que nosotros pensamos que en realidad ni siquiera existen) y mediante estos contactos obtuvo importantes tecnologías que luego filtró al mercado mundial a través de grandes corporaciones, como es el caso de la fibra óptica, los circuitos integrados o el llamado kevlar, una tela especial fabricada en Israel, para la confección de chalecos antibalas.

En la conferencia de Barcelona fue presentado brevemente incluso un testigo de excepción – el primer militar norteamericano que declaró ante los 1400 asistentes al evento haber trabajado en el planeta Marte, disponiendo de credenciales de seguridad de nivel “Cosmic Top Secret”, el más alto que existe.

Cuando salgan de su asombro, seguramente muchos se preguntarán cómo es posible todo esto, y para qué tanto secretismo , vamos a ver a esos aliens, a ver si entablamos buenas relaciones con ellos.

Pues el asunto ni remotamente es tan sencillo. Los argumentos de los partidarios del secretismo se basan en primer lugar en el hecho de que se trata de un asunto de seguridad nacional, que no tiene por qué discutirse en público: lo cual podría tener también una lectura bien diferente, pues los que nos visitan, tienen obviamente un desarrollo técnico tan alto que nos habrían podido aniquilar desde hace tiempo, si su intención fuera esa.

Otros funcionarios gubernamentales afirman que se busca evitar el pánico generalizado de la población y la ”disrupción de los sistemas sociales” (sic) ante un fenómeno tan sorprendente, recordando un poco la historia de los años 30 cuando H.G. Wells lanzó un programa de radio presentando una invasión de extraterrestres y miles de personas se lo creyeron y acabaron huyendo despavoridos de sus casas.

Sin embargo, podemos estar casi seguros de que la verdadera razón tampoco está en unos dirigentes compasivos que quieren ahorrarles a los contribuyentes unos dólares que se le pagarían al siquiatra. Además, ante la perspectiva del pánico generalizado, el deber de unos gobernantes responsables no sería más bien ir introduciendo estas informaciones de manera gradual, para que a nadie le tome por sorpresa un fenómeno que en cualquier momento puede producirse a escala masiva?

Se trata de algo mucho más serio. De las tecnologías que se relacionan con los vehículos extraterrestres y el conocimiento avanzado de sus ocupantes: según algunos testimonios EE.UU. gastó miles de millones de dólares anuales en los llamados “presupuestos negros” – fuera de la supervisión del congreso – destinados a conseguir las réplicas de las máquinas y los procedimientos empleados por éstos.

Una vez que los archivos referentes a esas tecnologías pasen al conocimiento público – sin exageración alguna se puede afirmar que comenzará una nueva civilización en la Tierra que prescindirá de las fuentes energéticas contaminantes de hoy, como el carbón, los combustibles fósiles o la energía nuclear, sustituyéndolas con la llamada “energía libre” extraída del vacío cuántico. Quizás, la imaginación ni siquiera nos alcance para hacernos una idea sobre los alcances de tal cambio.

Otras tecnologías, sobre todo las de propulsión, revolucionarían los transportes y el comercio, y el efecto final de todos estos avances – que en su conjunto ya presuponen un verdadero cambio de paradigma con respecto a nuestras ideas de hoy - sin duda alguna, sacudirán hasta los cimientos las estructuras económicas y políticas del mundo actual, afectando en primer lugar al llamado complejo militar-industrial de los EE.UU, y el sector del petróleo, que muchos llaman “el excremento del diablo” por haber traído tantas desgracias, explotación y violencia armada a los países productores.

Lo que está en juego, pues, no es poco. Se debe actuar con mucha cautela, para que a la crisis económica global no se añada otro factor totalmente explosivo, pero esto – según la opinión unánime de los ponentes de la cumbre de Barcelona, no puede retrasar ni un minuto más la desclasificación de los archivos.

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